Yo crecí en un pueblo pequeño donde jugué con los hijos de profesores de universidad, blancos, ricos y liberales (bastante similar a mi vida en Reed). Este ambiente no odiaba lo mexicano en mi (por lo menos no conscientemente), simplemente no podía relatar con el. Las historias fantásticas de mi abuela, el olor de tortillas hecha a mano y las mañanas pintadas con polvo y puntuados por el grito del gallo no tenían lugar. Nunca pensé mucho de las partes de mi identidad que se escondían de la sociedad alrededor de mi. Nunca pensé que quizás mi ambiente no estaba simplemente negando mi identidad pero la identidad de millones de otros y, últimamente, el de si mismo.
“El español ya no es una lengua extranjera,” dice Diego Alonso, profesor de español y humanities. Ya no hay una cultura estadounidense que no incluye el español y las personas que lo hablan. 17% de la población (en realidad mucho más con las personas sin documentos) se identifica como Hispano. Desafortunadamente, una identidad restrictivo y inmutable ha sido atractivo a estadounidenses y por siglos hemos ignorado millones de voces para apoyar un ideal falso. Tal como yo no puedo borrar mi mexicano, los Estados Unidos no puede seguir negando que hay mexicano, y hay latino en su sangre también. La cuestión ahora es como podemos dar cada parte de los Estados Unidos y de Reed respeto.
La identidad es algo difícil de definir, no conforma fácilmente al lenguaje. Para dar voz a lo latino tenemos que definirlo, pero con cuidado. Diego advierte que tenemos que ser cautelosos con términos“que engloban”. Su identidad, argentino, francés, americano, no puede ser reducido a una palabra. Lo mismo se puede decir de la mía y de la identidad de cada persona en el mundo. Por eso, Diego dice que “La idea de una identidad tan fija, ser latino, es problemático. Por que, pienso que las identidades son más múltiples, más complejas”. También tenemos que reconocer la historia de los términos. Las definiciones de Latinoamérica fueron creadas por sus opresores, ignorando historias indígenas y entonces las realidades de millones de personas. “El termino Latino fue creado por un francés en la época de Napoleon III cuando Francia quería poner un pie en America” y “Hispano America trata de establecer el vinculo entre España y el continente nuevo,” explica Diego.
La utilidad de explorar la identidad y crear conexiones a través de origines compartidos, sin embargo, no debe de ser menospreciada. Andrea Herrera-Guris ’19 dice que, antes de venir a Reed, “nunca de verdad me di cuenta que yo soy turca y latina”. Con la ayuda de otros estudiantes a “descubrir que es el racismo y como funciona en las universidades” y para no convertirse en “una gringa mas”, Andrea ha conocido más de su historia y como debe luchar para que ninguna parte de su identidad tiene que esconderse. Identificarse como latina y turca es útil para que Andrea puede conectarse más con las culturas que viven adentro y afuera de ella. “Definirnos detrás de una identidad si esa identidad sobrepasa el dominio individuo” puede ser un fuente de empoderamiento, dice Diego. Usar un termino, con conciencia de su historia, para unirse a una comunidad y después apoyar los intereses de esa comunidad puede ser curativo para uno mismo y para la comunidad. Necesitamos “convertir lo Latino en una forma de resistencia,” dice Diego.
Este proyecto no es fácil. El hecho de que Andrea ha tenido la oportunidad de destapar su identidad no significa que Reed es un lugar que acoge a los latinos o a personas de otras minorías. En su conferencia de Hum 110 el semestre pasado, la profesora y los estudiantes fueron insensibles y racista. “Todos los profesores deben entrar en una programa sobre que es el racismo y como navegamos el racismo en nuestras vidas como personas blancas o de color,” propone Andrea. Crear un respeto por la identidad de minorías no solamente puede venir de diversificar el alumnado, pero al mismo tiempo diversificar el profesorado, cambiar el currículo de Hum 110, crear programas para combatir el racismo, y cambiar la mentalidad de los estudiantes, el profesorado, y la institución.
En su tiempo en Reed, Diego ha visto solamente algunos cambios en la dirección de diversificar la población de estudiantes, los profesores y los currículos. La clave, en su mente, es el apoyo fuerte de la administración. “La administración tiene que comprometerse de apoyar de una manera muy concreta. Es fácil armar un nombre y decir ‘somos un latín american studies'. Pero un latín american studies necesita profesores, necesita fondos,” dice Diego.
Por su parte, Diego anima este compromiso con su participación en LALISA (Latin American, Latino, and Iberian Studies Association), una asociación de diferentes universidades en el noroeste, y su interés en crear un ‘area studies’ que une profesores de Reed de diferentes departamentos que estudian Latinoamérica . El primer congreso de LALISA fue el ocho y nueve de Abril aquí en Reed y tuvo platicas de profesores de todos lados.
Para Andrea, Reed es un lugar que tiene la potencial para cambio porque sus estudiantes son abiertos a hablar de la marginación (el genero y la sexualidad siendo los enfoques mas grandes). “Se hace más fácil entrar en los dificultades de hablar sobre la raza porque mucha gente ya conocen la marginación en términos del genero,” dice Andrea. Para que estas conversaciones pueden ocurrir, los clubes, el Senate, y los estudiantes en general tienen que hacer un esfuerzo para ponerse consciente de las vidas de minorías en Reed y afuera de Reed y la política de nuestros líderes en respeto a nosotros.
“Cuando una institución decide que esta es una prioridad después uno encuentra las soluciones,” dice Diego. La institución de Reed y entonces cada miembro de la comunidad de Reed tiene que enfocarse en la complejidad de la identidad y la importancia de incluirlo todo. “Tiene que ser un esfuerzo individual,” concluye Andrea, un esfuerzo que busca una unión comunal y interno porque todos deben poder sentir enteros.
I grew up in a small town playing with the children of university professors, white, rich and liberal (not unlike life at Reed). This environment did not hate the Mexican within me (at least not consciously), it simply could not relate to it. My grandmother’s fantastic stories, the smell of tortillas made by hand and mornings painted with dust and punctuated by the cry of the rooster did not have a place. I never thought much of the parts of my identity that hid from the society around me. I never thought that maybe my environment was not simply denying my identity but the identity of millions of other people and ultimately its own.
“El español ya no es una lengua extranjera” (Spanish is no longer a foreign language), says Diego Alonso, Professor of Spanish and Humanities. There is no longer an American culture that does not include Spanish and the people who speak it. 17% of the population (in reality much more with people without documents) identifies itself as Hispanic. Unfortunately, an immutable, restrictive identity has been attractive to Americans and for centuries we have ignored millions of voices to uphold a false ideal. Just as I cannot erase my Mexican identity, however, the United States can no longer keep denying that there is Mexican and Latino in its blood as well. The question now is how we can attempt to recognize each part of the United States and of Reed as worthy of respect.
Identity is hard to define, it does not conform easily to language. To give voice to the Latino community one must define it, but with much care. Diego warns that we must be wary with terms “que engloban” (that universalize). His identity, Argentinian, French, American, cannot be reduced to a word, just as no one’s can. Diego says, therefore, “La idea de una identidad tan fija, ser latino, es problemático. Por que, pienso que las identidades son mas múltiples, mas complejas” (The idea of an identity so fixed, to be Latino, is problematic. Because, I think that identities are more multiple, more complex). We also have to remember the history of the terms we use. The definitions of Latin America were created by its oppressors, ignoring indigenous stories and therefore the realities of millions of people. “El termino Latino fue creado por un francés en la época de Napoleon III cuando Francia quería poner un pie en America” (The term Latino was created by a Frenchman in the time of Napoleon the Third when France wanted to get a foothold in America) and “Hispano America trata de establecer el vinculo entre España y el continente nuevo” (Hispanic tries to establish the connection between Spain and the New World), explains Diego.
The utility of exploring identity and making connections through shared origins, however, should not be overlooked. Andrea Herrera-Guris, says that before coming to Reed, “nunca de verdad me di cuenta que yo soy turca y latina” (I never really realized that I am turkish and latina). With the help of other Reedies to “descubrir que es el racismo y como funciona en las universidades” (discover what is racism and how it functions in universities) and to not become “una gringa más” (one more gringa), Andrea has gotten to know more of her history and how she should fight so that no part of her has to hide. Identifying herself as Latina and Turkish, was useful so that Andrea could connect herself more with these cultures that live within and outside of her. “Definirnos detrás de una identidad si esa identidad sobrepasa el dominio individuo”( Defining ourselves behind an identity if this identity overcomes the domain of the individual) can be a source of empowerment, says Diego. To use a term, with an awareness of its story, to unite oneself to a community and then support the interests of this community can be healing for oneself and the community. We need to “convertir lo Latino en una forma de resistencia” (convert Latino into a form of resistance), says Diego.
This is not an easy project. The fact that Andrea has had the opportunity to uncover her identity does not signify that Reed is a place that welcomes Latinos or other minorities. In her Humanities 110 conference last semester, the professor and the students were insensitive and racist. ““Todos los profesores deben entrar en una programa sobre que es el racismo, como navegamos el racismo en nuestras vidas como personas blancas o de color,” (All professors should go through a program about what is racism, how we navigate racism in our lives as white people or people of color), proposes Andrea. Creating a respect for the identity of minorities cannot only come with the diversification of the student body, but at the same time the diversification of the faculty, changes in the curriculum of Hum 110, programs to combat racism, and changes in the mentality of the institution, the students and the faculty.
In his time at Reed, Diego has seen only a few changes in the direction of diversifying the student population, the professors, and the curriculums. The key, in his mind, is the strong support of the administration. “La administración tiene que comprometerse de apoyar de una manera muy concreta. Es fácil armar un nombre y decir ‘somos un latín american studies'. Pero un latín american studies necesita profesores, necesita fondos,” (The administration needs to commit itself to supporting in a very concrete manner. It is easy to create a name and say ‘we are a latin american studies’. But a latin american studies needs professors, needs funds), says Diego.
On his part, Diego encourages this commitment with his participation in LALISA (Latin American, Latino and Iberian Studies Association), an association of different universities in the northwest, and his interest in creating an area studies that unites Reed professors in different departments who study Latin America. The first conference of LALISA was April 8-9 here at Reed.
For Andrea, Reed is a place that has the potential for change because its students are open to talking about marginalization, gender and sexuality being the largest focuses. “Se hace más fácil entrar en los dificultades de hablar sobre la raza porque mucha gente ya conocen la marginación en términos del genero,” (It is easier to talk about the difficulties of discussing race because many people already know marginalization in terms of gender), says Andrea. So that these conversations can happen, the clubs, Senate, and the students in general have to make an effort to make themselves conscious of the lives of minorities at Reed and outside of Reed and the politics of our leaders towards us.
“Cuando una institución decide que esta es una prioridad después uno encuentra las soluciones,” (When an institution decides that this is a priority solutions will come), says Diego. The institution of Reed and therefore each member of the Reed community needs to focus in on the complexity of identity and the importance of including it all. “Tiene que ser un esfuerzo individual,” (It has to be a personal effort), concludes Andrea, an effort that looks for a communal and internal union because everyone should be able to feel whole.